Cuando una pareja se enfrenta al proceso de divorcio o separación y hay hijos de por medio, surge la pregunta principal sobre quién tendrá el uso y disfrute de la vivienda familiar, especialmente en casos de custodia compartida. La realidad es que no hay una respuesta única, ya que cada situación requiere un análisis particular. En Finques Ollé exploramos las opciones legales de esta situación.
La custodia compartida implica que ambos progenitores comparten la responsabilidad de cuidar a los hijos de manera equitativa, ya sea repartiendo el tiempo de convivencia o compartiendo el mismo techo. Esta modalidad ha ganado terreno en los últimos años, siendo considerada cada vez más como la opción estándar en los procesos de divorcio.
Sin embargo, la atribución de la vivienda familiar en casos de custodia compartida presenta desafíos. El Código Civil establece que en caso de custodia monoparental, la vivienda se otorga al progenitor que tenga la custodia. Pero en el caso de custodia compartida, la normativa no ofrece una guía clara.
Los jueces toman decisiones considerando varios factores, como el interés superior del menor, la situación económica de los cónyuges y la propiedad de la vivienda. La jurisprudencia ha dictaminado que no hay una solución universal y que cada caso debe evaluarse individualmente.
Existen diferentes modalidades para atribuir el uso de la vivienda familiar. Si ambos cónyuges tienen igualdad económica y son copropietarios, pueden optar por vender la propiedad o que uno compense al otro. Si la vivienda es de un solo cónyuge, lo habitual es que este conserve su uso y disfrute.
El derecho de uso de la vivienda puede ser temporal y su duración depende de varios factores, como la edad de los hijos o cambios en las circunstancias. Por ejemplo, el derecho puede terminar cuando los hijos alcanzan la mayoría de edad o si uno de los cónyuges convive con una nueva pareja.
La atribución de la vivienda familiar en casos de custodia compartida es un tema complejo que requiere un enfoque caso por caso, donde se consideren los intereses de todos los involucrados, especialmente los hijos. Es fundamental llegar a acuerdos amistosos entre las partes o recurrir a mediación, evitando así llegar a una disputa judicial.
