Ya sea porque un amigo o familiar esté pasando un mal rato o necesites un dinero extra, rentarle a un familiar o amigo parece a primera vista una situación que beneficie a todos en el acto. No obstante, como a la hora de pedir dinero prestado a personas cercanas, el estrés del arrendamiento puede arruinar relaciones rápido. Lee estas recomendaciones antes de tomar la decisión:
- Piénsalo. No conoces en verdad a alguien hasta que vives con él o ella. Cualquier cosa que te moleste sobre esa persona se va a amplificar cuando interactúen día a día en espacios más cerrados. Pregúntate qué está en riesgo, qué puede salir mal.
- Déjalo todo por escrito. Se conocerán de toda la vida, trabajarán juntos, de todas formas tienes que dejar el acuerdo en un documento legal. Los recién casados hacen el acuerdo prenupcial. Podrá ser incómodo, pero las consecuencias podrán ser negativas si algo sale mal.
- Establece las reglas básicas. Mientras más pronto mejor. A diferencia del contrato legal, unas reglas de convivencia pueden ayudar mucho para mantener una sana relación. Quién lava los platos y cuándo, cuántas visitas están permitidas y a qué hora, son simples lineamientos a la hora de vivir juntos.
- Respeta la transacción. Recuerda que cuando todo está dicho y hecho, el alquiler sigue siendo un pago por un servicio o bien. No rehúyas a la discusión del dinero y conserva el papeleo. No pidas favores en vez del pago, las relaciones se pueden tornar horribles bastante rápido cuando eso sucede.
- Controla los puntos de fricción. Además del dinero, los otros dos causantes de las peleas en los hogares son la comida y la limpieza de la vivienda. La comunicación es la única manera de mantener la relación estable y evitar así las fricciones. Al final del día, no son solo tus inquilinos, son tus conocidos de toda la vida. Hay más en juego que una propiedad.