La rehabilitación de viviendas ha emergido como una de las principales prioridades en el sector de la construcción, destacándose por sus beneficios económicos y ambientales. Esta práctica no solo contribuye a reducir las facturas energéticas, sino que también promueve una mayor sostenibilidad, dado el uso de materiales y sistemas avanzados que mejoran la eficiencia energética de los hogares.
La rehabilitación consiste en renovar edificaciones existentes para optimizar su rendimiento energético, cumplir con normativas actuales y elevar el confort. Esta transformación es esencial, especialmente en edificios antiguos que presentan deficiencias en aislamiento térmico y sistemas obsoletos.
Los beneficios más destacados de la rehabilitación incluyen el ahorro energético, que se traduce en menores costos de calefacción y refrigeración, así como la contribución a la reducción de emisiones de CO2, apoyando los objetivos medioambientales. Además, aumenta el valor de la propiedad en el mercado inmobiliario y permite acceder a subvenciones como los fondos europeos Next Generation.
Las reformas más comunes incluyen el cambio de ventanas, la instalación de sistemas de calefacción eficientes y la mejora del aislamiento térmico, con el fin de reducir el consumo de energía y aumentar el confort.
Para lograr estos objetivos, se utilizan materiales de última tecnología como el Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior (SATE), que mejora la eficiencia energética de las fachadas y reduce las pérdidas de calor. Asimismo, las ventanas de doble o triple acristalamiento, combinadas con marcos de PVC o aluminio con rotura de puente térmico, son fundamentales para evitar fugas de aire y mejorar el aislamiento. Además, las reformas en los tejados y suelos, como el uso de materiales reflectantes o el suelo radiante, contribuyen significativamente a la reducción del consumo energético.
En cuanto a los sistemas de climatización, se destacan los basados en energías renovables como la geotermia y la biomasa, que optimizan el uso energético. Los costes de estas reformas varían, pero los ahorros energéticos a largo plazo pueden amortizar la inversión en 10-15 años. La rehabilitación, por tanto, representa una inversión rentable que mejora la calidad de vida y reduce el impacto ambiental